martes, 5 de febrero de 2013

Capítulo 44.


Y como Flor dijo, casi media hora después de sentarnos a desayunar, comenzamos a escuchar el timbre, ya por suerte todos habíamos terminado el desayuno, agarre mi bolso, ellos los suyos y fuimos hasta la puerta.
Ale: cuídate hijita –dijo dando un beso en mi mejilla-
Paula: chau ma –dije y salimos-

El auto del papá de Flor era muy grande, y por suerte entrabamos cómodos todos, Flor iba a delante, Zaira, Pedro y yo en los asientos de atrás, y Hernan y Matías atrás en otros asientos.

Flor: papi te molesta que ponga música? –pregunto mi amiga-
Xx: no chiquita, ponela –dijo su padre amable-
Flor: cuenten conmigo hermosa, ya saben la música que va la cuenta de tres –dijo riendo y lastimosamente mi mal humor no se iba del todo, asi que solo Zaira siguió la cuenta y comenzó a sonar esa música que a las tres nos fascinaba-
-La mano arriba, cintura sola, da media vuelta, danza kuduro- ellas iban cantando como locas, las quejas de Hernan no faltaban, la forma en que tan amable y sincero Matías pedía que se callaran, y las carcajadas de Pedro que iba a mi lado, incluyendo sus miradas hacía mi, viendo que no repetía lo mismo que ellos, pero necesitaba estar así un rato, sin prestar atención, así más rápido se iría el mal humor.

Llegamos luego de casi una hora y media de viaje, su papás nos dejo allí y volvería de noche para regresar a la ciudad, todos bajamos nuestras respectivas cosas, y la llevamos a la casa, hermosa como siempre estaba, amaba ese olor tan peculiar que brindaba la naturaleza de cierto modo.

Era hora de almorzar, pero hambre no teníamos ya que habíamos desayunado recién hacía horas, los chicos hicieron una picada y fuimos todos debajo de aquel enorme árbol que había allí, ellos comieron un poco, yo no, no tenía hambre, hasta que a Zaira se le ocurrió jugar volley, ya que ahí había arena y también se encontraba la red, era una especie de cancha, que había armado la familia, yo no tenía ganas aún, así que disentí, y por eso Pedro tuvo que quedarse a esperar su turno, ya que el se ofreció a hacerlo para que no hubiera ningún conflicto.

Ambos debajo del árbol, mirando a los chicos como jugaban, hasta que Pedro comenzó a hablarme.

Pedro: eu Pau, te pasa algo? –pregunto-
Paula: no nada,  es solo un mal humor de esos que no tienen motivos –dijo sonriendo-
Pedro: no se puede ir? –dijo gracioso- dale, los chicos quieren divertirse contigo también, deja el mal humor de lado.
Paula: es que no se como –dije sincera-
Pedro: yo si se –me miro cómplice riendo como si vaya a hacer algo-
Paula: ni se te ocurra hacer nada –dije parándome, ya temía por lo que haría, este se paro también acto seguido a lo mío-
Pedro: ¡cosquillas! –exclamo casi gritando, yo grite, odiaba las cosquillas, en realidad odiaba que me las hagan a mí, pero amaba hacerlas yo-
Comencé a correr alrededor del árbol, y este me seguía, estaba a punto de alcanzarme y decidí correr más allá, porque estaba a punto de marearme, corrí hasta la arena y ahí fue donde mi torpe pie se hundió un poco y me dejo caer, para cuando abrí los ojos Pedro ya se estaba encargando de hacerme reír a carcajadas.

Paula: basta, basta Pepe –dije riendo a carcajadas, revolcándome en la arena-
Pedro: te estoy cambiando el humor vise –dijo gracioso mientras seguía encima de mí riendo y haciéndome cosquillas-
Paula: te voy a tirar y vas a arrepentirte –dije graciosa carcajeando-
Pedro: cambio tu humor? –dijo luego de cinco minutos de seguir haciéndome cosquillas, dejándome respirar por supuesto-
Paula: si si, prometo estar riendo, pero baste –suplique aun tentada-
Pedro:  bueno bueno –dijo parándose y apenas lo hizo yo le hice una zancadilla y calló al piso, me pare y comencé a hacerle yo las cosquillas ahora-
Paula: el que ríe último ríe mejor –dije graciosa y este riendo ante las cosquillas que le hacía-
Pedro: te conviene una tregua señorita –carcajeo- mira que me puedo vengar –volvió a reir-
Paula: tregua? –dije parando-
Pedro: tregua –me pare, le di la mano el se paro y fuimos hasta donde se encontraban los chicos recién- ahora vamos a jugar –dijo mirándome-
Zaira: como lo lograste –preguntó graciosa mi amiga-
Pedro: simples cosquillas –rió-
Flor: no habíamos pensado en eso, genio –dijo graciosa-
Paula: bueno dale, donde voy? –dije, esas cosquillas, o él, no se, pero me había cambiado el humor-

Me dijeron donde debía colocarme y así lo hice, ya habían pasado casi mas de una hora y nosotros seguíamos jugando, mi equipo estaba ganando, éramos Zaira, Matías y yo.



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